El voto cuadrático

La democracia, en su intrincada belleza, es una forma de gobierno que se disfraza de sencillez. A la vista, parece un juego de opciones claras y definidas; la mecánica de votar, donde se elige una opción entre varias, perpetúa esta percepción de simplicidad. Sin embargo, al detenernos y reflexionar, descubrimos que este acto de otorgar nuestro voto es en realidad un testimonio de nuestro compromiso ético y moral.

A menudo, después de emitir nuestro voto, nos invade una sensación de desapego, como si fuéramos meros espectadores en un espectáculo que no nos pertenece. Sentimos que nuestra elección no ha reflejado realmente nuestros deseos e ideales. Esta sensación, a medio plazo, puede desembocar en una desilusión peligrosa para el sistema y nosotros por ende.

En el resplandor dorado de un futuro cercano, donde la tecnología y la humanidad habían alcanzado una simbiosis pacífica, vivía una pequeña criatura humana, Ariel. Su casa, situada en una ciudad llena de lo que podrían parecer jardines flotantes y edificios de cristales ligeramente iridiscentes, estaba llena de vida tranquila y armoniosa.

Una tarde, Ariel escuchó a sus progenitores hablando sobre las próximas elecciones para elegir a sus representantes locales. Estaban calculando cuidadosamente cómo asignar sus puntos de voto entre los aspirantes disponibles.

Ariel se acercó a ellos, en parte por curiosidad y en parte por la confusión de verlos al mismo tiempo serios pero emocionados. “¿Por qué no votáis simplemente a un aspirante y ya está? ¿No sería más fácil?”

Sonrieron ante su inocencia y Sam tomó su mano. “Verás, Ariel”, comenzó, “las cosas no siempre fueron como son ahora. Hace un tiempo, sólo podíamos votar por una opción. No importaba cuánto te importara, o cuánto quisieras, que ganara un representante, sólo podías emitir un voto. Y lo que es peor, las personas más jóvenes, como tú, no tenían derecho a votar.”

“¿Qué? ¿No podían votar?” Ariel no salía de su asombro, incapaz de imaginarse un mundo en que su voz no pudiera ser escuchada.

“Es cierto”, dijo Alex, uniendo sus manos en su regazo. “Pero todo eso cambió cuando adoptamos el voto cuadrático. Ahora, todos, incluso los más jóvenes, tienen puntos de voto que pueden asignar como deseen. Y cada voto que das cuenta, porque muestra cuánto te importa un representante o un tema.”

“¿Y eso es bueno?”, preguntó Ariel, frunciendo el ceño mientras trataba de entender.

“Es fantástico”, respondió Sam con una sonrisa. “Nos permite expresar nuestras preferencias de manera más equilibrada. Este sistema nos permite mostrar cuánto nos importa realmente cada elección. Si realmente creemos en una opción, podemos darle más puntos. Si nos gustan varias, podemos repartir nuestros puntos entre ellas.”

“Y lo más importante”, añadió Alex, “este sistema es más justo. Ya no se trata sólo de quién puede votar, sino de cómo cada persona puede hacer que su voz se escuche de la manera más significativa posible. Y eso, Ariel, es la verdadera belleza del voto cuadrático.”

Ariel asintió lentamente, permitiendo que las palabras de sus progenitores se asentaran en su mente. Aunque no entendía completamente todas las complejidades, entendía que el voto cuadrático le daba poder, le daba voz. Y aunque todavía era joven, entendía que eso era algo muy especial.

El voto cuadrático es una forma de votación que permite a los votantes expresar su preferencia no solo a través de la selección de una opción, sino también a través de la intensidad de esa preferencia.

En este sistema, los votantes tienen una cantidad de “créditos” o “puntos de voto” que pueden distribuir entre las opciones de acuerdo a su preferencias. Pero un punto no es un voto. Un voto cuesta puntos.El coste en puntos de los votos para una misma opción es el número de votos multiplicado por sí mismo, por eso se llama voto cuadrático:

coste en puntos = número de votos x número de votos

Esto significa que si quieres dar 1 voto a una opción, te cuesta 1 punto (1² = 1). Pero si quieres dar 2 votos a una opción te cuesta 4 puntos (2² = 4), y así sucesivamente. Por ejemplo, si quisieras dar 10 votos a una opción, te costaría 100 puntos (10² = 100).

El voto cuadrático es un método para tomar decisiones colectivas donde las opciones elegidas reflejan más acertadamente las opciones más deseadas por todos.

 Puede dar una representación más precisa de la voluntad del electorado fomentando la diversidad de opciones al desincentivar la acumulación de todos los votos en una sola opción. En los sistemas de votación tradicionales, los votantes a veces votan estratégicamente por una opción que no es su primera preferencia para evitar que una opción menos preferida gane. Debido a que el voto cuadrático permite a los votantes asignar votos a múltiples opciones, puede reducir la necesidad de este tipo de voto. Además, en sistemas con múltiples candidatos o propuestas, el voto cuadrático puede conducir a una representación más proporcional de las preferencias de los votantes.

Pero si no te gusta el mecanismo del voto cuadrático no pasa nada, porque puedes seguir votando como lo hacías antes: asignando todos tus puntos de voto a una sola opción. En este sentido, el voto cuadrático es un super conjunto del voto tradicional.

¿Qué opinan los expertos?

Glen Wey y Steven P. Lalley, mentes geniales detrás del voto cuadrático, junto con Eric A. Posner, un frecuente colaborador en sus escritos, han propuesto que este sistema permite a los votantes expresar sus preferencias de manera más justa y efectiva que los sistemas tradicionales de votación. Este método resulta idóneo en escenarios donde se busca evitar que un individuo o un pequeño grupo acumule todo el poder, pero a su vez se evita que las decisiones se tomen únicamente por mayoría, pasando por alto a las minorías.

El voto cuadrático también brilla en situaciones donde hay una plétora de temas o decisiones sobre las que votar; algunas votaciones serán de más interés que otras para cada persona. Esto otorga a los votantes un “valor de continuación” casi lineal, permitiéndoles ahorrar puntos de voto para futuras votaciones, si así se establece.

Vitalik Buterin, co-creador de Ethereum, ha expresado su apoyo al voto cuadrático y sostiene que podría ser una herramienta útil para la toma de decisiones en comunidades descentralizadas. Su visión se extiende más allá de la mera votación, incorporando el concepto a la recaudación de fondos e incluso como un sistema más equitativo de publicidad. Sin embargo, su propuesta implica que los votantes no solo tienen puntos de voto, sino que los compran, lo cual despierta una serie de interrogantes éticas.

Por otro lado, Robin Hanson, Ning Wang, Tyler Cowen, entre otros, han expresado sus reservas sobre el voto cuadrático; la posible compra de votos, la complejidad para los votantes y las incertidumbres sobre cómo se comportarían las personas bajo tal sistema son puntos de inquietud. Pero son interrogantes que podrían aplicarse con igual validez a casi cualquier sistema de votación.

Los puntos de voto

El voto cuadrático plantea interrogantes sobre la asignación de puntos de voto. ¿Son iguales para todos? ¿Podríamos acumularlos para futuras votaciones importantes? ¿Podríamos votar a favor y en contra?

Si se altera la igualdad de asignación, surge el riesgo de control elitista sobre las votaciones. Un posible amortiguador sería un límite superior a los puntos que uno puede poseer.

También se corre el riesgo de convertirse en un sistema de crédito social, asignando créditos basados en comportamientos sociales y cumplimiento de normas. Aunque en pequeña escala podría tener sentido podría desnaturalizarse con facilidad. Para prevenir esto, las leyes deben establecer claramente las bases para la asignación de puntos.

Asegurar igualdad en la asignación de puntos respeta la democracia, aunque es cuestionable al no tener en cuenta diferencias individuales como la experiencia o el conocimiento. La asignación basada en factores como la edad o la educación también es problemática, perpetuando desigualdades y excluyendo a ciertos grupos. De nuevo, una forma equilibrada de reparto desigual de puntos es saludable pero fácilmente corrompible. Quién sabe, quizá se pueda utilizar el propio sistema de asignación cuadrática de puntos a las categorias relevantes…

Por si te lo preguntas, el número de puntos de voto depende de muchos factores pero un posible enfoque podría ser el número total de opciones de voto al cuadrado. Es decir:

puntos de voto =  (opciones de voto)2

De esta manera, si hay 10 opciones de voto, cada votante recibe 100 puntos de voto. Si hay 20 opciones, cada votante recibe 400 puntos. Esto permite a los votantes distribuir sus votos entre múltiples opciones sin agotar rápidamente sus puntos.

Diseño del sistema

La votación cuadrática se vuelve una realidad gracias a la convergencia de tecnologías emergentes como criptografía post-cuántica, la inteligencia artificial y la blockchain.

La criptografía proporciona los elementos constructivos necesarios para garantizar matemáticamente la autenticación de los votantes, el anonimato, la integridad del voto. Criptografía de clave pública, de clave secreta, pruebas de conocimiento cero, encriptación homomórfica, cifrado seguro multipartito, criptografía post-cuántica, formarán parte esencial del diseño del sistema de votación cuadrática.

La blockchain se convierte en el pilar que proporciona la transparencia y la inmutabilidad necesarias para nuestro sistema de votación cuadrática. Cada voto se registra como una transacción en la cadena de bloques, creando un registro público e inmutable de todas las votaciones. Esto no sólo asegura la integridad de los resultados de las elecciones, sino que también fomenta la confianza en el sistema entre los votantes.

Las Inteligencias Artificiales, con su habilidad para procesar y dar sentido a enormes cantidades de datos con precisión y rapidez, dan confianza en la asignación de puntos desigual. Ayudan en la identificación y prevención de amenazas y fraudes. También son esenciales con la educación y la información, clave para la comprensión de cualquier sistema de votación, incluyendo el voto cuadrático. Y personalizan la experiencia de votación para cada individuo, eliminando las barreras y facilitando la participación de todos en la revolución de la usabilidad.

En el peor de los casos podríamos acabar como el relato “Sufragio universal” de Isaac Asimov, en el que las elecciones de los Estados Unidos son decididas en base a las respuestas de una sola persona seleccionada por Multivac como representante de todos los ciudadanos. Multivac es una supercomputadora avanzada, equivalente a la Super Inteligencia Artificial que todos tememos hoy en día. ¿Cuánto crees en la estadística? Y ten en cuenta que lo que respondas se aplica a todos los asuntos donde ésta se aplique.

¿Es posible la evolución?

Ninguna propuesta de cambio en un sistema democrático, como la introducción del voto cuadrático, debe implementarse a ciegas. Este tipo de cambios siempre deben ser probados en pequeña escala, estudiados cuidadosamente y recibir la aprobación de la población antes de ser implementados a nivel nacional. Además, siempre hay lugar para ajustes y reformas adicionales basadas en las lecciones aprendidas de la implementación.

No se puede negar que cambiar un sistema que ha estado en su lugar durante mucho tiempo es una tarea difícil. Pero la historia nos ha demostrado que el cambio es posible. El sufragio universal, por ejemplo, no se logró de la noche a la mañana. Requirió años de lucha y protesta. Pero ahora es un derecho fundamental en casi todas las democracias del mundo. Nueva Zelanda cambió su sistema de votación de “first-past-the-post” a un sistema de representación proporcional mixta en los años 90 después de un referéndum.

Si el voto cuadrático demuestra ser una mejora significativa sobre los sistemas de votación existentes, y hay un apoyo popular para su implementación, entonces no hay ninguna razón por la cual no se pueda realizar ese cambio. Abrir la mente a nuevos mecanismos, a nuevas formas o volver a plantearlas y revisarlas, es sano.

Con la técnica de hoy: ¿Por qué los votos, una vez emitidos, no pueden ser modificados, retractados o ser condicionales? ¿Por qué no se puede delegar nuestro voto a otra persona que consideremos más informada o experta en ciertos temas? ¿Por qué no hay un proceso de votación transparente y auditado en el que se pueda rastrear y verificar cada voto para garantizar la integridad del sistema de votación sin comprometer la privacidad del voto? ¿Por qué no hemos elegido una democracia directa en lugar de representativa? ¿Por qué no se expresa claramente qué cracia hemos decidido? ¿O qué modelo de reparto de escaños? En estos momentos, en España, nuestro derecho a no votar es la forma correcta y única de hacer saber al sistema que es necesario un cambio.

Los humanos hemos demostrado a lo largo de la historia una asombrosa capacidad para adaptarnos a nuevas circunstancias y conceptos. Si bien el voto cuadrático puede parecer complicado al principio, la capacidad humana para aprender y adaptarse no debe subestimarse. Con la educación y la exposición adecuadas, es probable que las personas se acostumbren rápidamente a este nuevo sistema y se beneficien de sus ventajas.

La consideración más importante es si el cambio propuesto mejorará la calidad de la democracia y la vida de los ciudadanos. Y, si bien es cierto que el voto cuadrático puede tener sus desafíos y desventajas, también ofrece muchas oportunidades para mejorar la manera en que las sociedades toman decisiones colectivas…

El cuarto de Ariel está bañado de la luz mágica de los instantes antes del atardecer cuando su asistente de Inteligencia Artificial, Auris, que había decidió modelar como un simpático conejito holográfico, apareció en su mesa de, lo que hoy llamamos, estudio.

“Ariel, tienes un nuevo mensaje”, dijo Auris, con su voz resonando en tono alegre pero calmada.

“¿De quién es, Auris?” preguntó Ariel, sin apartar la vista de su libro de filosofía.

“Es de la Junta Electoral, han asignado tus puntos de voto para las próximas elecciones”.

Los ojos de Ariel se iluminaron con curiosidad y cerró el libro. “Muéstramelo, Auris”.

Una tabla holográfica se desplegó frente a Ariel, mostrando a los aspirantes y los puntos que tenía asignados.

“¿A quién debería darle mis puntos, Auris?”, preguntó Ariel, mirando los rostros amables y sonrientes de los aspirantes y recordando la conversación que había tenido con sus progenitores.

“Bueno, Ariel, eso depende de ti”, dijo Auris, “¿Recuerdas lo que hablamos sobre lo que importa en un líder?”

Ariel asintió lentamente, “Que se preocupen por la gente y que trabajen para hacer el mundo mejor, ¿verdad?”

“Exactamente, Ariel”, Auris respondió con un tono de aprobación. “Y ¿qué más?”

“Que tengan buenas ideas y que sean honestos”, agregó Ariel.

“Muy bien, Ariel”, dijo Auris. “Entonces, cuando estés pensando a quién dar tus puntos, puedes tener en cuenta esas cualidades. Pero recuerda, también es importante que sientas que ese aspirante te representa a ti y a lo que tú crees que es importante”.

Ariel miró a los aspirantes, pensando en lo que Auris había dicho. “Entiendo, Auris. Es un poco como cuando elijo a quién dar mi último trozo de pastel, ¿verdad? No solo tengo que pensar en quién lo quiere, sino también en quién lo merece más”.

Auris emitió un sonido que parecía una risa. “Sí, Ariel, es un poco como eso. Pero recuerda, esto es aún más importante que un trozo de pastel. Porque estas personas tomarán decisiones que pueden afectar a todos en nuestra ciudad”.

Arial asintió solemnemente, consciente del peso de sus decisiones. Junto a Auris, se adentró en la investigación de los aspirantes, analizando sus propuestas, su trayectoria, sus aciertos y sus fallos. Se propuso tomar una decisión bien fundamentada y reflexiva. Los votos que quisiera dar a cada uno costarían el número de votos al cuadrado de sus preciados puntos de votación; sabía que debía repartirlos cuidadosamente.

La habitación se llenó aún más de esa luz suave y brillante, luz de esperanza, mientras la pequeña criatura humana y su asistente emprendieron juntos el viaje de la democracia…

Simulador de voto cuadrático

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